Las diez razones de Fundación ONCE para seguir trabajando por las mujeres con discapacidad

Las mujeres con discapacidad son un grupo social vulnerable como pocos. Una población de 1.692.000 personas que, cuando menos, soportan una doble discriminación: tanto con respecto a las mujeres sin discapacidad como si se las compara con los hombres con discapacidad.

 

En relación con su inclusión laboral, la radiografía social que presentan las 791.400 mujeres con discapacidad en edad activa (16-64 años) es la de la exclusión. Muestran un porcentaje mayor de analfabetismo, una menor tasa de actividad y de empleo que las mujeres sin discapacidad. Si a ello se suma que soportan peores niveles salariales y una mayor tasa de paro, el resultado es un escenario de manifiesta desventaja en igualdad de oportunidades que se constata en todos los órdenes de la vida, como revelan los últimos datos del Observatorio sobre Discapacidad y Mercado de Trabajo en España (Odismet).

Fundación ONCE e Inserta Empleo, su entidad experta en formación y empleo de personas con discapacidad, con motivo del Día Internacional de la Mujer, explican las 10 razones por las que es fundamental seguir trabajando en favor de la mujer con discapacidad.

1. Peso demográfico. Las mujeres con discapacidad de entre 16 y 64 años son un grupo social de 791.400 personas y representa el 42,5% de la población con discapacidad en España en esa franja de edad.

2. Acceso a la formación. Existe un porcentaje significativo de mujeres con discapacidad sin formación: un 5,6% carecen de estudios. Y si bien en el otro extremo un 18,3% de mujeres cuentan con estudios superiores, hay una brecha significativa respecto a las mujeres sin discapacidad (36,9%).

3. Tasa de actividad. Su menor inclusión laboral se ve agravada por una menor tasa de actividad. De las 1.860.000 personas con discapacidad que viven en España, algo más de 651.700 eran activas en 2017. De ellas, 276.700 mujeres, frente a los 375.100 hombres en busca activa de empleo.

4. Barreras de acceso al empleo. Además, su tasa de empleo es 25,6% (26,6% los hombres con discapacidad), muy lejos del 58,2% que muestran las mujeres sin discapacidad.

5. Niveles de paro muy acusados. A pesar de su baja participación, el mercado de trabajo no es capaz de absorber y ofrecer empleo a las mujeres activas. La tasa de paro de las mujeres con discapacidad es del 26,7% (25,8% los hombres con discapacidad) frente al 18,9% de las mujeres sin discapacidad.

6. Menor número de contrataciones. Un total de 118.413 fue el número de contratos de mujeres con discapacidad registrados en 2017. Una cifra que dista de los 189.963 contrataciones a hombres con discapacidad, y ambos a gran distancia de los 9.433.394 contratos de mujeres en general firmados en dicho año.

7. Temporalidad. La temporalidad en la contratación define un mercado precario para el conjunto de la población. Entre las mujeres con discapacidad alcanza el 90,3%.

8. Inferioridad salarial. Sus retribuciones (17.365 euros brutos anuales) son inferiores a las de los hombres con discapacidad (20.614,2 euros) y a las de las mujeres sin discapacidad (20.202 euros).

9. Dispersión geográfica. Más de 100.000 mujeres con discapacidad residen en zonas rurales, cuya densidad poblacional es dispersa. Un ratio muy parecido al valor registrado entre las mujeres sin discapacidad y menor que el de los varones con discapacidad.

10. Mayor riesgo de pobreza. La tasa de riesgo de pobreza con discapacidad entre las mujeres  con discapacidad (30,7%) es superior a la de las mujeres en general (27,1%).

Mejorar su formación profesional, ofrecer apoyo y medios para desarrollar su talento y facilitar su tránsito al empleo, estimular su vocación emprendedora, es el objetivo de Fundación ONCE y de Inserta, su entidad experta para la formación y el empleo de las personas con discapacidad, que desde el año 2000 vienen desarrollando con recursos propios y del Fondo Social Europeo sucesivos programas operativos para hacer realidad su inclusión. A través de Inserta, con la cofinanciación del FSE, desde 2005 más de 30.700 mujeres con discapacidad han conseguido un empleo, clave de la verdadera inclusión social.